Comentrio
ao artigo 15
2h3r4u
Jaime Duhart
La
conmemoracin del cincuentenario de la Declaracin
Universal de los Derechos Humanos brinda la oportunidad
para examinar el tema de la nacionalidad, y su asociacin
con el de la ciudadana, a la luz de las postrimeras
del siglo veinte y del final de la premera dcada post
Guerra Fra, aquel marco general de relaciones
internacionales que surgi prcticamente cuando se
firmaba dicha Declaracin.
Esta
referncia no es trivial, sino que da cuenta de dos
hechos que estn produciendo un profundo efecto en los
niveles de conciencia de la humanidad. Por un lado, el
cambio de poca asociado al nuevo milenio est
reviviendo la esperanza de que la construccin de un
mundo unido y pacfico puede ser posible; por el otro, el
surgimiento de una variedad de nuevas naciones
resultado del trmino de ciertos esquemas de dominacin
poltica y cultural, como fue el caso de la Unin Sovitica
y los pases de Europa del Esta y Central ha
reivindicado el tema de la identidad y el importante papel
que ella puede jugar en la construccin de un mundo unido
a partir de la diversidad.
Esta
ltima idea queda de manifiesto si analizamos brevemente
el proceso de formacin de la Unin Europea, y su efecto
en el concepto y prctica de la cidadana nacional. En
efecto, pases que hace poco ms de cincuenta aos
estaban enfrentados en un proceso destructivo que haca
utpico pensar la possibilidad de renuncia al ms mnimo
grado de soberana nacional, han iniciado el proceso de
construcin de un nivel de unidad tal que, no sin
tropiezos, est llevando al surgimento de un espacio de
soberana ms amplio, sin que ello haya significado un
menoscabo en lo que es essencial a los sentidos de
identidad, pertenenca y lealtad asociado a las
respectivas ciudadanas nacionales.
Tales
sentidos ms bien han salido fortalecidos, ya que el
proceso integrador ha ido acompaado de una reivindicacin
de lo local, dentro de cada pas, fenmeno que ha
fomentando las respectivas unidades nacionales a partir de
um reconocimiento de la diversidad anterior, aunque no
libre de serios abstculos transsitorios, como el
resurgimiento de la xenofobia.
Lo
que este proceso en realidad est mostrando, es la relacin
recproca que existe entre individuo y sociedad. Una
percepcin dicotmica de la realidad social, desde el
paradigma cientfico de la modernidad que segmenta,
polariza, y tiene un efecto reduccionista individuo y
sociedad se han concebido como categoras opuestas la una
a la otra. As, cuando se ha privilegiado al individuo,
como lo hace el modelo econmico ahora dominante, se
llega al individualismo extremo y una prdida del bien
comn; y cuando se ha hecho lo opuesto, como en algunos
regmenes socialistas totalitarios, se ha llegado a un
estatismo extremo que ha anulado la iniciativa individual.
No
obstante, si nos paramos frente a la realidad social con
una mirada holstica, como el paradigma cientfico
emergente sugiere debemos proceder, esta dicotoma se
resuelve en un conjunto de relaciones recprocas sin las
cuales no podran existir ni los individuos ni la
sociedad. Ambas se necessitam mtuamente para
dessarrollar el potencial que inherentemente poseen,
proceso que se activa mediante la accin de cambios en
los niveles de conciencia individual, por un lado, y
cambios en las estructuras de las instituiciones sociales,
por el otro.
As,
cuando con la aparicin del homo
sapiens la especie humana comenz su proceso de
individuacin y correspondiente diferenciacins del
resto de las especies dicho nivel de conciencia (saber
que se sabe, ser consciente de que se es consciente)
permiti el desarrollo de grupos humanos tales que los
sentidos de identidad, pertenencia y lealtad surgan de
la experiencia individual cotidiana de interactuar con, y
conocer personalmente a, cada otro miembro del grupo, como
en la familia humana primigenio y posteriormente las
tribus.
Ms
tarde, una nueva expansin de conciencia fue activada
cuando el tamao del grupo que conviva en un lugar
alcanz una massa crtica tal, que ya no permita las
interaccin y conocimiento recproco de todos y cada uno
de sus . El cambio en la estructura de las
instituiciones sociales, asociado al crecimiento en el nmero
de integrantes, permiti que la conciencia individual se
expandiese y que los sentidos de identidad, pertenencia y
lealtad se articulasen a partir de una abstraccin: el
pueblo primigenio, la Ciudad-Estado y, finalmente, el
Estado-Nacin.
Ahora
podemos presenciar que, en un planeta que el avance tecnolgico
en los transportes y las comunicaciones han convertido en
un vecindario, las humanidad est ya experimentando una
nueva expansin de conciencia, esta vez hacia el nivel
planetario.
En
efecto, a las relaciones uno-uno del grupo primigenio y
realidad tribal que hoy se siguen dando en el nivel
local -, y las relaciones uno-grupo de los pueblos
originais, las Ciudades-Estados y los Estados-Nacionales,
se agregan ahora relaciones grupo-grupo asociados a
diversos grados de integracin coletiva, como lo son los
mercados comunes y la Unin Europea, en un proceso que se
proyecta hasta elnivel planetario.
Aqui
quisiera hacer una distincin entre los procesos de
globalizacin de los asuntos humanos, y aquellos que
responderan a una expansin de la conciencia.
En
relacin a los primeros, lo que estamos experimentando
son globalizaciones de cosas como el comercio
internacional, la tecnologa, las comunicaciones, la
informacin, los estupefacientes, los problemas
ambientales y ecolgicos, la pobreza, la corrupcin,
etc. Ahora bien, los efectos inerciales de ciertas formas
de interaccin social que han permitido la
concentracin del poder econmico y poltico en ciertos
grupos privilegiados de la sociedad supranacional, hacen
que estos procesos, originados desde estos centros
cupulares hacia abajo, se den desde la lgica de la
dominacin y subordinacin econmica y cultural.
Respecto
a los segundos, paralelamente, y activado por cambios en
las estructuras de las instituiciones sociales
ocasionados, a su vez, por estos extraordinrios avaces
en los sistemas de transportes y comunicaciones, estamos
experimentando una expansin de los niveles de conciencia
individual en la base misma de la sociedad proceso
desde abajo hacia arriba -, de manera que nuestros
sentidos ms immediatos de identidad, pertenencia y
lealtad experimentan una expansin natural hacia niveles
gradualmente superiores.
Esto
se manifesta en fenmenos sociales tales como las
protestas espontneas realizadas contra los experimentos
nucleares que Francia realizaba en el Pacfico Sur, cuado
miles de personas transciendiendo diferencias atribuibles
a raza, religin, nacionalidad, gnero, edad, o clase
social se levantaron impulsadas por un sentimiento de
identidad planetaria, en defesa de la vida en el planeta
Terra.
Esta
expansin de conciencia se manifiesta tambin en los
llamados movimientos de la sociedad civil que, a travs
de redes horizontales que cubren todo el planeta,
manifiestan su preocupacin por los derechos humanos, el
avance de la mujer, la reivindicacin de los pueblos indgenas,
el establecimiento de la paz, el fin de la guerra y la
violencia, el desarrollo econmico y humano sustentable,
la justicia social, la liberdad de conciencia, etc., etc.
Las
implicaciones que los procesos de globalizacin y expansin
de conciencia tienem para el tema de la nacionalidad y
ciudadana son trascendentales, exigiendo una altura de
miras que slo ser posible alcanzar si itimos que
estamos en el umbral de la madurez colectiva de la especie
humana.
As,
es urgente que el tema de la globernabilidad y
normatividad supranacional sea colocado en el debate de la
reforma del sistema de Naciones Unidas. Con un mandato
otorgado altrmino de la Segunda Guerra Mundial, el papel
de la ONU ha estado estrechamente regido por la cultura
poltica de la Guerra Fra; ahora que sta ha sido
superada, y a la luz de los procesos integradores ahora en
operacin, su papel en el siglo 21 deber
inevitablemente estar vinculado al establecimiento de
estructuras de globernabilidad que la evolucin de las
instituiciones sociales hacia el nivel supranacional estn
ahora exigiendo.
En
relacin al ciudadano nacional, el aceleramiento en la
expansin de la conciencia humana a un nivel planetario
exigir correspondientes cambios en los conceptos
tradicionales de ciudadana, de manera q stos puedan
ser funcionales a las nuevas estructuras de gobernabilidad
social que se vayan estableciendo. Pero esto no ser
posible, si al mismo tiempo no se ite que estas nuevas
concepciones implicarn que el nuevo ciudadano deber
tener un papel protagnico en los procesos de toma de
decisiones correspondientes a los diversos espacios de
interaccin, desde lo local a lo supranacional.
Desde
esta perspectiva, las nuevas estructuras de gobernalibidad
necesariemente exigirn un cambio radical en nuestra
compresin y prctica del liderazgo. Atravesar el umbral
de la madurez colectiva de la especie nos obliga a
reconocer que cada ser humano est dotado de una serie de
potencialidades inherentes y que la articulacin de ellas
en la convivencia social slo ser posiblle mediante el
desarrollo de una serie de capacidades asociadas a un
liderazgo muy distinto del que hasta ahora se han dado las
diversas sociedades humanas.
El
trnsito hacia una sociedad plabetaria demandar, por un
lado, proceso de transformacin personal asociados a una
expansin de conciencia y, por el outro, procesos de
transformacin de las estructuras de las instituciones
sociales asociados a los nuevo niveles de integracin y
acompaar ambos tipos de procesos.
Quisiera
terminar esta reflexin retornando al tema del fin de
siglo y el nuevo milenio, con que comenc el desarrollo
de estas ideas. El revivir de la esperanza de que es
posible construir un mundo unido y pacfico est
estrechamente vinculado a promesas contenidas en las enseanzas
de todas las religiones histricas, y constituyen un
legado espiritual comn para toda la humanidad. Estas
promesas se expresan en trminos tales como el Da de la
Confraternidad Universal, el Reino de Dios en la Tierra,
un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra, etc., etc.
Sabemos
que el fundamento de los derechos humanos no es cientfico
entendiendo como ciencia aquella actividad de indagacin
humana surgida a partir del aporte filosfico de
Descartes y la correspondiente articulacin de Newton
sino que moral, y que la principal fuente de los valores
marales y ticos de lla humanidad han sido pecisamente
estas religiones histricas.
Consecuentemente,
todo intento dirigido a expandir el concepto de ciudadana
ms alla de su connotacin nacional actual, debera
servirse de las enseanzes ticas y ,orales que las
religiones puedan aportar, para as superar las barreras
dogmticas y llenas de prejuicios que obstaculizan el
camino.
El
primero de todos los derechos humanos es la liberdad. Se
fundamenta en aquello que nos diferencia de otras especies
vivas, vale decir, en nuestra capacidad de ser conscientes
de que somos conscientes. Esta capacidad activa el impulso
indagador que nos lleva a explorar la realidad que nos
rodea y, adems, preguntamos qu somos. Las preguntas
que nos hacemos sobre nosotros mismos y nuestro intorno
son nuestra manera particular de buscar la verdade y, para
ello, exigimos que la sociedad nos de liberdad y proteja
esa liberdad. En las postrimeras del siglo 20 los
hombres de ciencia nos sealan que esto, por si slo, no
es suficiente, y exigen cdigos ticos que regulen el
uso y aplicacin de los conocimientos cientficos que
esta liberdad les ha permitido descubrir y desarrollar.
El
cincuentenario de la Declaracin Universal de los
Derechos Humanos se constituye as en una acasin
propicia para iniciar la bsqueda de aquellas
Obligaciones y Responsabilidades Humanas que puedan
complementar los Derechos ya logrados. Desde la
perspectiva de la ciudadana mundial, que el momento histrico
exige, la inclusin de esta dimensin sera coherente
con el protagonismo de los nuevos ciudadanos mundiales en
los procesos de transformacin social que ya se han
iniciado.
Presidente
da Universidade Boliviana do Chile; Representante da
Comunidade Internacional Bahi. |