La cuestin de la accin
guerrillera es de sumo inters para nuestro Partido y para las masas
obreras. Ya nos hemos referido de paso a ella ms de una vez, y
ahora, tal como lo habamos prometido, nos proponemos ofrecer una
exposicin ms completa de nuestras ideas al respecto.
I
Comencemos por el principio.
Cules son las exigencias fundamentales que todo marxista debe
presentar para el anlisis de la cuestin de las formas de lucha? En
primer lugar, el marxismo se distingue de todas las formas primitivas
del socialismo pues no liga el movimiento a una sola forma determinada
de lucha. El marxismo ite las formas ms diversas de lucha;
adems, no las "inventa", sino que generaliza, organiza y
hace conscientes las formas de lucha de las clases revolucionarias que
aparecen por s mismas en el curso del movimiento. El marxismo,
totalmente hostil a todas las frmulas abstractas, a todas las
recetas doctrinas,
pg. 199
exige que se preste mucha atencin a la lucha
de masas en curso que, con el desarrollo del movimiento, el
crecimiento de la conciencia de las masas y la agudizacin de las
crisis econmicas y polticas, engendra constantemente nuevos y cada
vez ms diversos mtodos de defensa y ataque. Por esto, el marxismo
no rechaza categricamente ninguna forma de lucha El marxismo no se
limita, en ningn caso, a las formas de lucha posibles y existentes
slo en un momento dado, itiendo la aparicin inevitable
de formas de lucha nuevas, desconocidas de los militantes de un
perodo dado, al cambiar la coyuntura social. El marxismo, en este
sentido, aprende, si puede decirse as, de la prctica de las
masas, lejos de pretender ensear a las masas formas de lucha
inventadas por "sistematizadores" de gabinete. Sabemos --
deca, por ejemplo, Kautsky, al examinar las formas de la revolucin
social -- que la prxima crisis nos traer nuevas formas de lucha
que no podemos prever ahora.
En segundo lugar, el marxismo
exige que la cuestin de las formas de lucha sea enfocada histricamente.
Plantear esta cuestin fuera de la situacin histrica concreta
significa no comprender el abec del materialismo dialctico. En los
diversos momentos de la evolucin econmica, segn las diferentes
condiciones polticas, cultural-nacionales, costumbrales, etc.,
aparecen en primer plano distintas formas de lucha, y se convierten en
las formas de lucha principales; y, en relacin con esto, se
modifican a su vez las formas de lucha secundarias, rias. Querer
responder s o no a propsito de un determinado procedimiento de
lucha, sin examinar en detalle la situacin concreta de un movimiento
dado, la fase dada de su desenvolvimiento, significa abandonar
completarnente la posicin del marxismo.
pg. 200
Estos son los dos principios
tericos fundamentales que deben guiarnos. La historia del marxismo
en Europa Occidental nos suministra innumerables ejemplos que
confirman lo dicho. La socialdemocracia europea considera, en el
momento actual, el parlamentarismo y el movimiento sindical como las
principales formas de lucha; en el pasado reconoca la insurreccin
y est plenamente dispuesta a reconocerla en el porvenir si la situacin cambia,
pese a la opinin de los liberales burgueses, como los kadetes[141]
y los bezzaglavtsi [142] rusos. La socialdemocracia negaba la huelga general en la dcada del
70 como panacea social, como medio para derribar de golpe a la
burguesa por la va no poltica, pero ite plenamente la huelga
poltica de masa (sobre todo, despus de la experiencia rusa de
1905) como uno de los procedimientos de lucha, indispensable en
ciertas condiciones. La socialdemocracia, que ita la lucha
de barricadas en la dcada del 40 del siglo XIX, y la rechazaba,
basndose en datos concretos, a fines del siglo XIX, se ha declarado
plenamente dispuesta a revisar esta ltima opinin y a reconocer la
conveniencia de la lucha de barricadas despus de la experiencia de
Mosc, que ha iniciado segn las palabras de Kautsky, una nueva
tctica de las barricadas.
II
Establecidos los principios
generales del marxismo, pasemos a la revolucin rusa. Recordemos el
desarrollo histrico de las formas de lucha que ha hecho aparecer.
Primero, las huelgas econmicas de los obreros (1896-1900), despus,
las manifestaciones polticas de obreros y estudiantes (1901-1902),
las revueltas campesinas (1902), el principio de las huelgas
pg. 201
polticas de masas combinadas de diversos modos
con las manifestaciones (Rostov 1902, las huelgas del verano de 1903,
el 9 de enero de 1905), la huelga poltica en toda Rusia con casos
locales de combates de barricadas (octubre de 1905), la lucha masiva
de barricadas y la insurreccin armada (diciembre de 1905), la lucha
parlamentaria pacfica (abril-junio de 1906), los alzamientos
militares parciales (junio de 1905-julio de 1906), las sublevaciones
parciales de campesinos (otoo de 1905-otoo de 1906).
Tal es el estado de cosas en
el otoo de 1906, desde el punto de vista de las formas de lucha en
general. La forma de lucha con que la autocracia "contesta"
es el pogromo de las centurias negras, comenzando por el de Kishiniov
en la primavera de 1903, y terminando por el de Siedlce en el otoo
de 1906. Durante todo este perodo la organizacin de pogromos por
las centurias negras y las matanzas de judos, estudiantes,
revolucionarios, obreros conscientes han ido constantemente en aumento
y se han ido perfeccionando, unindose la violencia de la chusma
sobornada a la violencia de las tropas centurionegristas, llegando
hasta utilizar la artillera en aldeas y ciudades, en combinacin
con expediciones punitivas, trenes de represin, etc.
Tal es el fondo esencial del
cuadro. Sobre este fondo se dibuja -- evidentemente como algo
particular, secundario, rio -- el fenmeno a cuyo estudio y
apreciacin est consagrado el presente artculo. En qu
consiste este fenmeno? Cules son sus formas? y cules sus
causas? Cundo surgi y hasta dnde se ha extendido? Cul su
significacin en la marcha general de la revolucin? Cules son
sus relaciones con la lucha de la clase obrera, organizada y dirigida
por la socialdemocracia? Estas son las cuestiones
pg. 202
que debemos abordar ahora, despus de haber
bosquejado el fondo general del cuadro.
El fenmeno que nos interesa
es la lucha armada. Sostienen esta lucha individuos aislados y
pequeos grupos. Unos pertenecen a las organizaciones revolucionarias
otros (la mayora, en cierta parte de Rusia) no pertenecen a
ninguna organizacin revolucionaria. La lucha armada persigue dos
fines diferentes, que es preciso distinguir rigurosamente :
en primer lugar, esta lucha se propone la ejecucin de personas
aisladas, de los jefes y subalternos de la polica y del ejrcito;
en segundo lugar, la confiscacin de fondos pertenecientes tanto al
gobierno como a particulares. Parte de las sumas confiscadas va al
partido, parte est consagrada especialmente al armamento y a la
preparacin de la insurreccin, parte a la manutencin de los que
sostienen la lucha que caracterizamos. Las grandes expropiaciones (la
del Cucaso, de ms de 200.000 rublos; la de Mosc, de 875.000
rubios) estaban destinadas precisamente a los partidos revolucionarios
ante todo; las pequeas expropiaciones sirven en primer lugar, e
incluso a veces enteramente, al sostenimiento de los
"expropiadores". Esta forma de lucha ha tomado un amplio
desarrollo y extensin, indudablemente, tan slo en 1906, es decir,
despus de la insurreccin de diciembre. La agudizacin de la
crisis poltica hasta llegar a la lucha armada y, sobre todo, la
agravacin de la miseria, del hambre y del paro en las aldeas y en
las ciudades han desempeado un importante papel entre las causas que
han originado la lucha de que tratamos. El mundo de los vagabundos, el
"lumpenproletariat" y los grupos anarquistas han adoptado
esta forma de lucha como la forma principal y hasta exclusiva
de lucha social. Como forma de lucha empleada en "respuesta"
por la autocracia, hay que considerar: el estado de gue-
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rra, la movilizacin de nuevas tropas, los
pogromos de las centurias negras (Siedlce) y los consejos de guerra.
III
El juicio habitual sobre la
lucha que estamos describiendo, se reduce a lo siguiente: esto es
anarquismo, blanquismo, el antiguo terrorismo, actos de individuos
aislados de las masas que desmoralizan a los obreros, que apartan de
ellos a los amplios crculos de la poblacin, desorganizan el
movimiento y perjudican a la revolucin. En los hechos comunicados
todos los das por los peridicos se encuentran, sin dificultad,
ejemplos para confirmar este juicio.
Pero son convincentes estos
ejemplos? Para comprobarlo tomemos el hogar en que esta forma de lucha est ms desarrollada:
la regin de Letonia. He aqu en qu trminos se lamenta Nvoie
Vremia [143] (del 9 y del 12 de septiembre), de la
actividad de la socialdemocracia letona. El Partido Obrero
Socialdemcrata Letn (seccin del POSDR) publica regularmente
30.000 ejemplares de su peridico; en las columnas de anuncios de
ste se publican listas de confidentes cuya supresin constituye un
deber para cada hombre honrado; los que ayudan a la polica son
declarados "enemigos de la revolucin" y deben ser
ejecutados, y, adems, confiscados sus bienes; se llama a la
poblacin a no dar dinero para el Partido Socialdemcrata ms que
contra recibo sellado; en la ltima rendicin de cuentas del Partido
figuran, entre los 48.000 rublos de ingreso del ao, 5.600 rublos de
la seccin de Libava para la compra de armas, procurados mediante
expropiaciones. Como es natural, Nvoie Vremia
pg. 204
lanza rayos y centellas contra esta
"legislacin revolucionaria", contra este "gobierno de
terror".
Nadie se atrever a
calificar de anarquismo, de blanquismo, de terrorismo, estas acciones
de los socialdemcratas letones. Pero, por qu? Porque en este
caso es evidente la relacin de la nueva forma de lucha con la
insurreccin que estall en diciembre y que madura de nuevo. En lo
que concierne a toda Rusia, esta relacin no es tan perceptible, pero
existe. La extensin de la lucha de "guerrillas",
precisamente despus de diciembre, su relacin con la agravacin de
la crisis no slo econmica, sino tambin poltica, son
innegables. El viejo terrorismo ruso era obra del intelectual
conspirador; ahora, la lucha de guerrillas la mantiene, por regla
general, el obrero combatiente o simplemente el obrero sin trabajo.
Blanquismo y anarquismo se les ocurren fcilmente a gentes que gustan
de los clichs, pero en la atmsfera de insurreccin, que de un
modo tan evidente existe en la regin de Letonia, es indudable que
estas etiquetas aprendidas de memoria no tienen ningn valor.
El ejemplo de los letones
demuestra perfectamente que el mtodo, tan comn entre nosotros, de
analizar la guerra de guerrillas al margen de las condiciones de una
insurreccin, es incorrecto, anticientfico y antihistrico. Hay
que tener en cuenta esta atmsfera insurreccional, reflexionar sobre
las particularidades del perodo transitorio entre los grandes actos
de la insurreccin, comprender qu formas de lucha surgen
necesariamente como consecuencia de ello y no salir del paso con un
surtido de palabras aprendidas de memoria, que son empleadas lo mismo
por los kadetes y por la gente de Nvoie Vremia :
anarquismo, pillaje, rufianismo!
Las operaciones de
guerrillas, se dice, desorganizan nuestro trabajo. Apliquemos este
razonamiento a la situacin
pg. 205
creada despus de diciembre de 1905, a la
poca de los pogromos de las centurias negras y de la ley marcial.
Qu es lo que desorganiza ms el movimiento en dicha
poca: la falta de resistencia o bien la lucha organizada de los
guerrilleros? Comparad la Rusia Central con sus confines del Oeste,
con Polonia y la regin de Letonia. La lucha de guerrillas ha
adquirido indudablemente mucha ms difusin y desarrollo en esos
confines occidentales. Y es no menos innegable que el movimiento
revolucionario en general y el movimiento socialdemcrata en
particular, estn ms desorgenizados en la Rusia Central que
en las regiones del Oeste. Evidentemente, ni siquiera se nos ocurre la
idea de deducir que si los movimientos socialdemcratas polaco y
letn estn menos desorganizados es gracias a la guerra de
guerrillas. No. La nica conclusin que se desprende de ello es que
no puede imputarse a la guerra de guerrillas el estado de
desorganizacin del movimiento obrero socialdemcrata en la Rusia de
1906.
Se invocan frecuentemente las
particularidades de las condiciones nacionales, lo cual revela
manifiestamente la debilidad de la argumentacin corriente. Si se
trata de las condiciones nacionales, es que no se trata de anarquismo,
de blanquismo, de terrorismo -- pecados comunes a toda Rusia e incluso
especficamente rusos --, sino de algo diferente. Analizad este
algo diferente de un modo concreto, seores! Veris entonces
que la opresin o el antagonismo nacionales no explican nada, pues
siempre han existido en los confines occidentales, mientras que la
lucha de guerrillas ha sido engendrada solamente por el perodo
histrico actual. Hay muchos sitios en que existen la opresin y el
antagonismo nacionales, pero no la lucha de guerrillas, que se
desarrolla a veces sin que se d la opresin nacional. Un anlisis
pg. 206
concreto de la cuestin muestra que no es del
yugo nacional de lo que se trata, sino de las condiciones de la
insurreccin. La lucha de guerrillas es una forma inevitable de lucha
en un momento en que el movimiento de masas ha llegado ya realmente a
la insurreccin y en que se producen intervalos ms o menos
considerables entre "grandes batallas" de la guerra civil.
No son las acciones de
guerrillas las que desorganizan el movimiento, sino la debilidad del
Partido, que no sabe tomar en sus manos tales acciones. Por
eso, entre nosotros, los rusos, los anatemas lanzados habitualmente
contra las acciones de guerrillas, coinciden con acciones de
guerrillas clandestinas, accidentales, no organizadas, que realmente
desorganizan al Partido. Incapaces de comprender cules son las
condiciones histricas que engendran esta lucha, somos igualmente
incapaces de contrarrestar sus aspectos perjudiciales. La lucha no por
eso deja de continuarse, pues la provocan potentes factores
econmicos y polticos. No tenemos fuerza para suprimir estos
factorcs ni esta lucha. Nuestras quejas contra la lucha de guerrillas
son quejas contra la debilidad de nuestro Partido en materia de
insurreccin.
Lo que hemos dicho de la
desorganizacin se aplica tambin a la desmoralizacin. No es la
guerra de guerrillas lo que desmoraliza, sino el carcter inorganizado,
desordenado, sin partido de las acciones de guerrillas. De esta evidentsima
desmoralizacin no nos salvaremos ni un pice condenando o
maldiciendo las acciones de guerrillas; pues estas condenaciones y
maldiciones son absolutamente impotentes para detener un fenmeno
provocado por causas econmicas y polticas profundas. Se nos
objetar que si somos incapaces de detener un fenmeno anormal y
desmoralizador, esto no
pg. 207
es razn para que el Partido adopte
procedimientos de lucha anormales y desmoralizadores. Pero tal
objecin sera puramente liberal-burguesa y no marxista, pues un
marxista no puede considerar en general anormales y
desmoralizadoras la guerra civil o la guerra de guerrillas, como una
de sus formas. Un marxista se basa en la lucha de clases y no en la
paz social. En ciertos perodos de crisis econmicas y polticas
agudas, la lucha de clases, al desenvolverse, se transforma en guerra
civil abierta, es decir, en lucha armada entre dos partes del pueblo.
En tales perodos, el marxista est obligado a tomar
posicin por la guerra civil. Toda condenacin moral de sta es
completamente inisible desde el punto de vista del marxismo.
En una poca de guerra
civil, el ideal del Partido del proletariado es un partido de
combate. Esto es absolutamente incontrovertible. Estamos
completamente dispuestos a conceder que, desde el punto de vista de la
guerra civil se puede demostrar, y se demuestra, la inconveniencia
de unas u otras formas de guerra civil en uno u otro momento.
itimos plenamente la crtica de las diversas formas de guerra
civil desde el punto de vista de la conveniencia militar y
estamos incondicionalmente de acuerdo en que, en esta cuestin, el
voto decisivo corresponde a los militantes activos socialdemcratas
de cada localidad. Pero, en nombre de los principios del marxismo,
exigimos absolutamente que nadie intente sustraerse al anlisis de
las condiciones de la guerra civil con frases triviales y rutinarias
sobre el anarquismo, el blanquismo y el terrorismo; que no se haga de
los procedimientos insensatos empleadGs en la guerra de guerrillas en
un cierto momento por cierta organizacin del Partido Socialista
Polaco, un espantajo en la cuestin de la participacin de la
socialdemocracia en la guerra de guerrillas en general.
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El argumento de que la guerra
de guerrillas desorganiza el movimiento debe ser apreciado de manera
crtica. Toda forma nueva de lucha, que trae aparejada consigo
nuevos peligros y nuevos sacrificios, "desorganiza",
indefectiblemente, las organizaciones no preparadas para esta nueva
forma de lucha. Nuestros antiguos crculos de propagandistas se
desorganizaron al recurrir a los mtodos de agitacin. Nuestros
comits se desorganizaron al recurrir a las demostraciones. En toda
guerra, cualquier operacin lleva un cierto desorden a las filas de
los combatientes. De esto no puede deducirse que no hay que combatir.
De esto es preciso deducir que hay que aprender a combatir. Y
nada ms.
Cuando veo a
socialdemcratas que declaran arrogante y presuntuosamente: nosotros
no somos anarquistas, ni ladrones, ni bandidos; estamos por encima de
todo eso, rechazamos la guerra de guerrillas, me pregunto:
comprenden esas gentes lo que dicen? En todo el pas se libran
encuentros armados y choques entre el gobierno centurionegrista y la
poblacin. Es un fenmeno absolutamente inevitable en la fase actual
de desarrollo de la revolucin. Espontneamente, sin organizacin
-- y, precisamente por eso, en formas a menudo poco afortunadas y malas
--, la poblacin reacciona tambin mediante colisiones y ataques
armados. Estoy de acuerdo en que, a causa de la debilidad o de la
falta de preparacin de nuestra organizacin, podemos renunciar, en
una localidad y en un momento dado, a colocar esta lucha
espontnea bajo la direccin del Partido. Estoy de acuerdo en que
esta cuestin debe ser resuelta por los militantes locales activos,
en que no es cosa fcil reajustar el trabajo de organizaciones
dbiles y no preparadas. Pero cuando veo que un terico o que un
publicista de la socialdemocracia, no lamenta esta falta de
preparacin, sino que repite con or-
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gullosa suficiencia y entusiasmo narcisista las
frases aprendidas en su primera juventud sobre el anarquismo, el
blanquismo y el terrorismo, me causa una gran pena el ver rebajar as
la doctrina ms revolucionaria del mundo.
Se dice que la guerra de
guerrillas aproxima al proletariado consciente a la categora de los
vagabundos borrachines y degradados. Es cierto. Pero de esto slo se
desprende que el partido del proletariado no puede nunca considerar la
guerra de guerrillas como el nico, ni siquiera como el principal
procedimiento de lucha; que este procedimiento debe estar subordinado
a los otros, debe ser proporcionado a los procedimientos esenciales de
lucha, ennoblecido por la influencia educadora y organizadora del
socialismo. Sin esta ltima condicin, todos,
absolutamente todos los procedimientos de lucha, en la sociedad
burguesa, aproximan al proletariado a las diversas capas no
proletarias, situadas por encima o por debajo de l, y, abandonados
al curso espontneo de los acontecimientos, se desgastan, se
pervierten, se prostituyen. Las huelgas, abandonadas al censo
espontneo de los acontecimientos, degeneran en Alliances, en
acuerdos entre obreros y patronos contra los consumidores. El
parlamento degenera en un burdel, donde una banda de politicastros
burgueses comercia al por mayor y al por menor con la "libertad
popular", el "liberalismo", la "democracia",
el republicanismo, el anticlericalismo, el socialismo y dems
mercancas de fcil colocacin. La prensa se transforma en
alcahueta barata, en instrumento de corrupcin de las masas, de
adulacin grosera de los bajos instintos de la muchedumbre, etc.,
etc. La socialdemocracia no conoce procedimientos de lucha universales
que separen al proletariado con una muralla china de las capas
situadas un poco ms arriba o un poco ms abajo de l. La
socialdemocracia emplea, en di-
pg. 210
versas pocas, diversos procedimientos,
rodeando siempre su aplicacin de condiciones ideolgicas y
de organizacin rigurosamente determinadas[*].
IV
Las formas de lucha de la
revolucin rusa, comparadas con las revoluciones burguesas de Europa,
se distinguen por su extraordinaria variedad. Kautsky lo haba
previsto en parte cuando deca en 1902 que la futura revolucin (tal
vez con excepcin de Rusia, aada) sera no tanto una lucha
del pueblo contra el gobierno, como una lucha entre dos partes del
pueblo. En Rusia vemos que esta segunda lucha toma
indudablemente un desarrollo ms extenso que en las revoluciones
burguesas de Occidente. Los enemigos de
* Se acusa
frecuentemente a los socialdemcratas bolcheviques de asumir una
actitud irreflexiva y parcial frente a las acciones de guerrillas. Por esto no ser superfluo
recoldar que en el proyecto de resolucin sobre las acciones de
guerrillas (N 2 de Partinie Izvestia [144] e informe de Lenin acerca
del Congreso[145]) el
sector de bolcheviques que las defiende ha puesto las condiciones
siguientes para su aprobacin: no son toleradas en absoluto las
"expropiacioncs" de bienes privados; las
"expropiacioncs" de bienes del Estado no son recomendadas;
slo son toleradas a condicin de que se hagan bajo el
control del Partido y de que los recursos sean destinados a las
necesidades de la insurreccin. Las acciones de guerrillas que
revisten la forma de actos terroristas son recomendadas contra
los opresores gubernamentales y los elementos activos de las
"centurias negras", pero con las condiciones siguientes: 1)
tener en cuenta el estado de nimo de las grandes masas; 2) tomar en
consideracin las condiciones del movimiento obrero local; 3) preocuparse de no gastar intilmente las fuerzas del
proletariado. La diferencia prctica entre este proyecto y la
resolucin adoptada en el Congreso de Unificacin[146] consiste, exclusivamente,
en que las "expropiaciones" de bienes del Estado no han sido
itidas.
pg. 211
nuestra revolucin son poco numerosos entre el
pueblo, pero se organizan ms y ms a medida que la lucha se agudiza
y reciben apoyo de las capas reaccionarias de la burguesa. Es, pues,
completamente natural e inevitable que en una poca semejante,
en una poca de huelgas polticas en escala nacional, la insurreccin
no puede adoptar la antigua forma de actos aislados, limitados a un
lapso de tiempo muy breve y a una zona muy reducida. Es completamente
natural e inevitable que la insurreccin tome formas ms elevadas y
complejas de una guerra civil prolongada y que abarca a todo el pas,
es decir, de una lucha armada entre dos partes del pueblo. Semejante
guerra no puede concebirse ms que como una serie de pocas grandes
batallas, separadas unas de otras por intervalos relativamente
considerables y una gran cantidad de pequeos encuentros librados
durante estos intervalos. Si esto es as -- y lo es sin duda --, la
socialdemocracia debe sin falta plantearse la tarea de constituir
organizaciones que sean lo ms aptas posibles para dirigir a las
masas en estas grandes batallas y, en lo posible, en estos pequeos
encuentros. La socialdemocracia debe proponerse, en la poca en que
la lucha de clases se agudiza hasta llegar a la guerra civil, no
solamente tomar parte en esta guerra civil, sino tambin
desempear la funcin dirigente en ella. La socialdemocracia debe
educar y preparar a sus organizaciones para que realmente sean capaces
de actuar como una parte beligerante, no dejando pasar ninguna
ocasin de asestar un golpe a las fuerzas del adversario.
Esta es -- no es posible
negarlo -- una tarea difcil, que no se puede resolver de golpe. Lo
mismo que todo el pueblo se reeduca y se instruye en la lucha en el
curso de la guerra civil, nuestras organizaciones deben ser educadas,
deben ser
pg. 212
reorganizadas sobre la base de lo que ensea la
experiencia, a fin de estar a la altura de su misin.
No tenemos la menor
pretensin de imponer a los militantes activos una forma de lucha
cualquiera inventada por nosotros, ni siquiera resolver, desde nuestro
gabinete, la cuestin del papel que una u otra forma de guerra de
guerrillas puede desempear en el curso general de la guerra civil en
Rusia. Lejos de nosotros la idea de ver en la apreciacin concreta
hecha de una u otra accin de guerrillas una cuestin de tendencia
en la socialdemocracia. Pero consideramos que constituye para nosotros
un deber contribuir en la medida de nuestras fuerzas a la justa
apreciacin terica de las formas nuevas de lucha que la vida
hace aparecer; que debemos combatir sin cuartel la rutina y los
prejuicios que impiden a los obreros conscientes plantear como
conviene esta nueva y difcil cuestin y abordar como es debido su
solucin.